Por Noy

Cuarzo oscuro

Cronicas

Cuento rescatado de una pila de papeles que serán quemados por un portero.

Nadie se habrá enterado que lo detuve y me bajé del taxi al ver esa enorme valija abandonada entre el basurero de una esquina, además del gran bolso de mimbre repleto de revistas.

Como siempre, el tachero me esquilmó, pero valía la pena pagar por el peso de esta emoción crispándome los dientes.

Intuía llevar un tesoro imprevisible, tal vez varios lingotes de oro o cabezas de estatuas antiguas recién decapitadas.

Pero nada de eso.

Al llegar a mi casa el inventario, por así decirlo, se podría iniciar con algunos catálogos de viaje que nadie nunca hizo.

Lo primero que aparece al abrir, casi como un vómito de excesos, es el mantelito celeste y blanco algo sucio, bordado de nubes, donde reza "Volando Argentina" sobre el sepiado papel del suplemento dominical.

En la portada, obvio, la familiar figura de nuestro gran Teatro Colón. Dentro del inmenso ejemplar se ve de todo. Hay canchas de fútbol alfombradas, la foca de Valdés, el eterno obelisco ensamblado en bruma retocada.

Por supuesto la antigua Playa Bristol con su arena de alfajor. El mismo loro autómata anunciando el "five o'clock tea" que en Villa Carlos Paz alguna vez miramos.

Veo otro modelo de aeronave, o sea, el jet a Puerto Blest; a la derecha de la promo del Llao Llao.

El telesférico del Cerro Otto; gauchos muy chics fumando Dunhill y dale con los mismos zainos y otra vez la salamandra de chivo asado sobre piedras a su vez ardidas en la hoguera que no aparece para quemar la hoja.

Ahora hay una flota en la cumbre del Glaciar Perito Moreno esponsoreada por Misss Dior, el mismo perfume que ella constantemente usaba.

Al recordarlo dan ganas de lamer los rulos desayunando a medianoche con champagne y ya que estamos también pasar la lengua sobre la foto de un delicioso trasero chorreando agua salvaje, en erizante posición con toalla blanca bien ladeada para los caballeros que usan esa marca.

En la pagina siguiente pareciera saltar un gran diseño de alguien con los ojos extasiados en la selva cual tucanes que usan ruedas en sus patas y como alas, el anagrama de un logo navideño.

Hay perros en la nieve, falsamente encadenados en goznes de telgopor señalando las cuevas de agua mineral.

No se ven vides, sólo botellas de vino cubiertos por la espuma símil nieve blanca y esos dos pares de esquíes entrecruzados sobre una piedra vaya a saber por que, simbolizando el brindis del amor, antigua marca.

La valija también trae inauditos manjares de cartón además de una eternamente abierta rosa algo morada, en la puerta de una suite a precios ultra caros, informando el menú con delicias indecibles siempre regados por cosechas típicamente argentinas, por supuesto. Y de postre, servido por la señorita que en vez de blanco esta toda de beige, bandeja y torta de algarroba en forma de corazón que siempre traen desde Iruya, en la hostería que queda ya pasada la selva del Tabaco, un poco después del Viaducto de La Polvorilla.

Hay perros en la nieve, falsamente encadenados en goznes de telgopor señalando las cuevas de agua mineral.

Hay diversos anunciantes por doquier.

En cambio, se entiende claramente ese pingüino almirante con sus esmeraldos Kools mentolados y ahora vemos el recoveco de Villa Nogués en pleno Tucumán donde se exporta todo azúcar y bastante mas al Norte vemos tres llamas que duermen andando rumbo al puente del Diablo sobre el que un conjunto de músicos típicos del altiplano lamentablemente no se oye pero se puede ver en plena serenata del crepúsculo.

Página siguiente y la aun novedosa tarjeta avisando lo obvio: "en estas imágenes están todas las claves de un viaje para la imaginación".

Veo una especie de maquina IBM, todavía modernísima, muy contradictora ya que pareciera computar para volver eternos ciertos temas pero en realidad crea la amnesia como una especie de inesperada sustancia milagrosa prometida.

Ya el resto es casi nulo, solo quedan suplementos de fútbol en Kodak color junto al sobre y los guantes de carpincho que parecieran algo apolillados ademas del catatal de postales con el mismo te amo y te amo repetido hasta el hartazgo.

Letra y remito con domicilio tan parecido al de nosotros. Más que vecinos.

Ahora, sorpresivamente descubro dos libros de cocina relucientes, nunca abiertos, con aplastados moños Ribonette y al fin el póster que ordena "Juegue limpio con nuestra Buenos Aires" y otro, más pequeño y nefasto:"Los Argentinos somos derechos y humanos". Antes se había caído de la parva esa especie de cuaderno repleto con firmas y notificaciones colegiales fechado en 1966 justo también el mismo año en que dejara mis estudios.

Hay otra caja, negra, muy menor atada con nudos marineros que por suerte conozco y voy abriendo para que salga la insólita muñeca inflable con sus ropitas sexys debajo del retrato de Marilyn Monroe autografiado por correo.

Una enorme libreta con con la oración al Niño Dios escrita hasta mil veces por el castigo a algo evidentemente abominable.

Desde sus páginas caen estampas de santos a granel que parecían ocultas aunque ser santo no excluye timidez.

Detrás de una leo la definición de Portezuelo, o sea: la Virgen de la Puerta del Cielo.

Luego descubro también un boletín en francés además del frasco inmenso de Turmix que anuncia la inminente alimentación científica en grajeas, para ahorrar simplemente o nada menos que tiempo. Hay otra caja con fotos pornográficas, por algo tan enrollada de durex.

Un voucher para canjear ese premio ganado de dos semanas en París ya vencido y sin utilizar me da escalofrío . Intacto el velo de novia con marcas de rouge,sangre labial de fiera apasionada. La inscripción en camafeo de carey: "cuán bello y noble sos, amado mío" .

Y el colmo de una pandereta que se mueve sola con dos patos dibujados en el centro.

Mientras, a causa del imprevisto viento, vuelan por el aire diversas tarjetas de presentación de alguien que, como yo, también se llama Joaquín y evidentemente debió tragar todo ese montón de frascos marrones con nombres imposibles ademas de tanta bijouterie barata mezclada con grageas.

La misma repetida foto en un carnet de martilleros y otros documentos con exceso de luz- tiempo como un halo sobre la cabeza.

Mares de ampollas cristalinas resquebrajándose sobre el durísimo frasco de susfatizaol. Adentro de unas medias de red negras, como debe ser, el mas pequeño ponny que pareciera vivo asomando sus orejas por cada hueco en la colmena evidentemente seda sudada. Encuentro un exvoto tipo piernita suelta de plástico imitando marfil.

Otro recuerdo de aquella caída que casualmente también nos hizo cojos. Varias cucharas rotas plásticas sin usar,papel para tabaco con estrellitas ínfimas.

Hay otra caja, negra, muy menor atada con nudos marineros que por suerte conozco y voy abriendo para que salga la insólita muñeca inflable con sus ropitas sexys debajo del retrato de Marilyn Monroe autografiado por correo.

 

Alguien ha tosido y mucho sobre la mata indispensable de algodón y los pañuelos descartables.

Una medalla al merito por cumplir con cierta cruzada antituberculosis y el vasito de colirio pupilar entre alfileres,limas, agujas.

Desde otro frasco oscuro, salta un asco de viejísimas cenizas con colillas malolientes que seguramente ese Joaquin había escondido de sus médicos. Tiene pegada con engrudo una viva imagen del Tamborcito de Tacuarí.

También otra postal lujosa satinada que, como siempre, no recuerda temporal semejante.

Cada invierno es el peor de todos; sin hablar de los veranos húmedos, insoportables.

Vuelco esa queja como eslogan en un resto de serpentinas usadas,pomos agujereados,papel picado y la caricatura del que al fin se fue.

Ahora, casi espantado, vuelvo a oír la tos, toda su tos final que en verdad nada pesaba en tanto exceso de equipaje.

A lo lejos, alguien aporrea un tambor.

¿Serías ...yo?

A Gastón Ezcurra.  

Foto:

Odkryj wszystkie możliwości Mostbet https://mostbet.com.pl/ – szczegółowa recenzja bukmachera