Por De la Torre

El hombre que estuvo ahí

Cronicas

El relato del primer bandido que entró en el banco de Acassuso y dijo: "¡Arriba las manos!".

Yo fui el primero.

El primer adelantado.

El que entró en el banco Río de Acassuso, aquel 13 de enero, y gritó:

-¡Todos al piso, esto es un asalto!

Nadie se dio cuenta de que era un arma de juguete.

Yo aparecí disfrazado de médico, con delantal blanco y estetoscopio.

Fue pensado así porque el blanco es un color que tranquiliza a la gente porque es el color de los médicos y de los maestros. El asalto se planificó durante un año y medio. Me acuerdo de todo.

Los preparativos, las charlas y el día que entramos. Es un honor haber sido el que fue delante de todo, el que avisó que era un asalto, el de la peluca. Del grupo, yo era uno de los más experimentados en cometer robos. Estuve en la superbanda y en la banda de las corbatas, capitaneadas por Tato Ruiz, mi amigo.

En el robo al banco me tocó apretar antes que nadie y eso fue una gran responsabilidad porque las cosas podían haber salido mal. ¿Y si había un policía camuflado entre los clientes? O alguien que quisiera recibirse de héroe. La adrenalina que había en ese banco era terrible. Si cometíamos un error, éramos boleta. Estaban todos los canas con esos uniformes y cascos. Parecían cascarudos que iban a la guerra. En ningún momento pensamos que el golpe podía salir mal. 

Fuimos con la mentalidad de un ganador. Como Real Madrid o Barcelona. El objetivo era no lastimar a nadie. Y lo cumplimos. No maltratamos a ninguna persona. Mientras abajo un grupo de muchachos vaciaba las cajas de seguridad, yo y mis compañeros hacíamos tiempo arriba con los rehenes. Hasta le cantamos el feliz cumpleaños a una clienta. El banco fue rodeado por 300 policías. Cuando entraron nosotros nos habíamos fugado por un desague y en dos gomones.

El color de mis ojos son especiales. No se parecen a otros ojos celestes. Una mujer que fue testigo del gran robo dijo: “El ladrón tenía unos ojos hermosos”. Recuerdo que una vez entré a robar en un mercado. Estaba todo entregado. Fui a cara descubierta. Apretamos a la gente y me llevé la plata. Las empleadas dijeron: “¡Qué ojos tenía el tipo ese! Lástima que en vez de invitarnos a salir nos vino a robar”. Ahora que lo pienso, debí haber usado lentes de contacto marrones. Porque no lastimamos a nadie. Tratamos bien a la gente. No le robamos al pobre. Vencimos a un banco, el símbolo del capitalismo que sobrevive a guerras, crisis y matanzas. Es más, sale cada vez más fortalecido. Y no nos olvidemos el corralito. A mí me comió 15 mil dólares, era plata limpia.

Un día, en la cárcel, una maestra me dijo “no sé si fue usted el que robó el banco, pero por las dudas, lo felicito. A mí el banco me jodió toda la vida”. En mi último día antes de ser detenido por el robo, y de que la Policía me secuestrara un millón de dólares, me aferré a una canción que me acompañó cuando me hacía falta: “Tuyo siempre”, de Calamaro. Es un himno para muchos ladrones. “Este viaje es mejor hacerlo solo”, dice. Es lo que sentimos los pistoleros cuando salimos a un hecho. Ahora estoy libre y quiero escribir mi historia. Es mucho más amplia que lo que viví en el robo del siglo. Pero no volvería a ver a mis ex compañeros. No creo que sea inteligente reencontrarnos, van a pensar que estamos tramando alguna cosa. Somos como Los Beatles, ya sabemos quién fue la Yoko Ono.

Sí, mi ex esposa. Ella nos delató, como todos saben. El ideólogo del asalto fue Fernando Araujo, pero todos fuimos importantes en la banda. Como una banda de rock que suena sin fisuras. Cada uno toca un instrumento y canta el que mejor lo hace.

Todos fuimos fundamentales.

A Fer lo subestimé. Era un gran orador. Pero como vestía con ropa sucia, tenía barba crecida, fumaba, parecía un bohemio fantasioso. Pero nos fue convenciendo, ya lo miraba de otro modo. Aunque parecían delirios, nos fue contagiando la fantasía de robar un banco. Cuando vendió la camioneta dije: “pucha, esto va en serio”. Dejé de subestimarlo. Y cuando entré en el atelier y vi los cuadros, pensé: “este loco es un artista”. Hay que seguirlo. No me equivoqué.


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