Foto: Ernesto Gulman
Por Rodolfo Palacios - Foto: Ernesto Gulman

De Vitette al Gordo Valor: Otero, el abogado preferido del hampa

Cronicas

El "Elegido" por El ladrón del siglo y el ex líder de la superbanda.

El Ladrón del siglo, Luis Mario Vitette, lo elogia y lo considera un profesional de lujo y una persona con códigos, de bien. El mítico Luis "El Gordo" Valor, el ex líder de la superbanda que robaba bancos y blindados, lo invitó a su casa a comer una picada, le dijo "sos un buen muchacho" y le encomendó una tarea. 
Gastón Otero se convirtió en el abogado preferido del hampa de la vieja escuela. Dos leyendas del delito de los últimos 30 años buscan su asesoramiento legal y penal y además entablaron una relación de amistad. 
Otero es un rara avis. No es el típico penalista mediático que se pasea por los canales como una estrlla de televisión. No usa trajes entallados. Ni sale con vedettes. Ni anda en un auto de alta gama como los abogados estrella o los futbolistas.
Tiene perfil bajo y es solidario. Es de barrio. De su barrio San Cristóbal, donde de niño se codeaba con malevos y hampones que nunca manchaban la plata robada con sangre. Un barrio compadrito. Esos hombres, guapos, que Jorge Luis Borges definió como miembros de la secta del cuchillo y del coraje.O como los que Roberto Arlt definió con esta frase en su libro Los siete locos: "¿Quiénes van a hacer la revolución social, sino los estafadores, los desdichados, los rufianes melancólicos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te crees que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?”.

Familiero, devoto de San Expedito, fanático de Huracán, amigo incondicional de sus amigos, Gastón Otero tiene 45 años, es abogado penalista recibido en la UBA, especialista en Derecho Penal y cursa una Maestría en Derecho Penal en la UBA. 

“Busco ser defensor de las garantías constitucionales del Derecho Penal, que nace para ponerle límites al poder punitivo del Estado. Y hay que combatir la criminología mediática”, dice quien admira a Raúl Eugenio Zaffaroni.

Nieto del mítico Manolete, el bartender más importante de la historia nocturna argentina, ahora afronta un desafío que le quita el sueño: lograr el regreso al país del ladrón del siglo, Luis Mario Vitette Sellanes, El Hombre del Traje Gris. Líder, cara visible y voz cantante de la banda que el 13 de enero de 2006 se llevó más de 15 millones del banco Río de Acassuso en dos gomones a través de un túnel. Vitette es acaso uno de los ladrones más importantes de la historia delincuencial argentina. Junto a Valor.
El 31 de agosto de 2013, hace poco más de diez años, Vitette fue desterrado a través de la figura legal de “extrañamiento” de la Ley de Migraciones, que establece la expulsión del país de los presos extranjeros que hayan cumplido la mitad de sus condenas. No puede volver nunca más a Buenos Aires, a su segunda patria, donde vivió momentos felices y desdichas.
En San José, a una hora de Montevideo, vive una vida feliz: casi retirado de su joyería, disfruta sus días de paz con su esposa y su pequeño hijo.
Más allá de eso, le gustaría volver al menos por un par de días a la Argentina con su familia. Reencontrarse con personas queridas, recorrer las calles donde fue feliz, y volver a su país para cerrar una etapa con la Argentina.
Y es ahí donde aparece Otero con una epopeya que cargó en sus hombros: lograr que el ex ladrón del siglo vuelva a Buenos Aires. “Es mi gran desafío”, dice el hombre al que le “picó el bichito” del Derecho mientras trabajaba en las barras de sus bares y restaurantes.

Vitette le tiene afecto: "Es una gran persona. Y tengo una corazonada: creo que puede lograr lo que parece imposible, que yo vuelva por unos días a mi Segunda Patria".

VALOR

"Otero me cayó muy bien. Es buen tipo. Me gustaría que maneja algunas cosas mías, legales. Y hacer algún proyecto juntos. Además nos une San Expedito. El va todos los 19 a la Iglesia de Once. Yo tenía una estampilla en la mano cuando me balearon en mi último robo. Me salvó el Santo de las causas urgentes", dice Valor, quien recibió a Otero en su casa de Villa La Rosa, Partido de Pilar.

En su época de apogeo criminal, cuando invertía en grandes negocios y en su casa había escondites con gruesos fajos de billetes de cien de dólares, el Gordo Valor soñaba con abrir una cadena de bares que llevara su nombre. Registró la marca y por entonces tenía un representante que planeaba vender muñequitos suyos y remeras con su imagen. A Valor lo animaba saber que en varios países los restaurantes llamados Al Capone o Lucky Luciano, los reyes de la mafia en los Estados Unidos de los años 20, se habían convertido en la atracción de comensales y curiosos. El Gordo se imaginaba vestido con traje negro, sentado a una mesa del fondo, con un vaso de Martini en la mano y rodeado de retratos de Al Pacino –en la piel de Scarface– y de Marlon Brando en El Padrino, sus películas favoritas.
Valor es uno de los ladrones más famosos de la Argentina. Decir Gordo Valor es sinónimo de ladrón pesado. Un mito viviente que comenzó a robar ("expropiar", dice él) como guerrillero de la JP. Llenaba camiones de comida y las repartía a los pobres. Estuvo en la lucha armada, hasta que se hizo ladrón común, más allá de su ideal político revolucionario y peronista, y eso -alejarse de Montoneros y la JP- lo salvó de un destino trágico.

Valor es un adjetivo. Los presos de raza lo usan como un elogio. Los políticos lo usan como adjetivo descalificativo. Una vez, Lilita Carrió comparó a Néstor Kirchner con el Gordo Valor. También dijo que pactar con Eduardo Duhalde era lo mismo que pactar con Valor. El famoso ladrón se ríe de esas frases. No quiere hablar de política ni de políticos. Sólo dice: “Robé y pagué en cana. Hay políticos que son ladrones de guante blanco y siguen libres. ¿O acaso el corralito no fue el robo del siglo?”. Para muchos, Valor representa un estilo de ladrón que está en vías de extinción. “Puede ser, hoy por el paco te matan por un par de zapatillas. Se acabaron los códigos”, dice quien protagonizó una de los hechos más espectaculares de la historia criminal argentina: la cinematográfica fuga de Devoto. 

“Para un penalista, ser el abogado de Mario y de Valor es como jugar a la pelota con Maradona y René Houseman en el mismo equipo”, dice Otero.

 Parece un hombre transportado del pasado hacia estos tiempos. Es de las tertulias en el bodegón Miramar (cuando vuelve a su casa les dice a su esposa Manuela y a sus tres hijos: "vengo de la oficina”), allí recibe a clientes, amigos, hasta los mozos le piden favores legales y él se muestra generoso. Es católico, devoto de San Expedito y del “Dios” de los desahuciados y personas en situación de calle.

El abogado querido por las leyendas del hampa. 

Foto: E. Gulman

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