Por Alejandro Tobares, Miga de Pan

El Guasón en la línea A del subte

Cronicas

La visión alucinada y lúcida del cronista de las calles. Una crítica más despiadada que los actos del villano que opaca a Batman.

Una noche fría y oscura, y al mismo tiempo una mañana soleada y hermosa, mientras viajo al laburo pienso como hago para sobrevivir en este caos. Me meto en un bar, pido un café con sal y leo el periódico atentamente. Tomo el café, pago la cuenta y me dirijo hacia el laburo caminando por Corrientes. Entro en el subte B estación Uruguay, bajo hacia el andén y subo al llegar a la estación Carlos Gardel. De ahí son un par de cuadras. Camino, la gente aparece de la nada, nadie le da pelota a nadie. Un homosexual vende flores en la parada del semáforo. Para hacer tiempo entro en el cementerio. Salto el muro porque está cerrado por reformas. Veo a los muertos arreglando sus tumbas, pico y pala en mano, como jardineros mal pagos. Me saludan y uno de ellos me dice: "Acá andamos, sobreviviendo y llorando por ustedes". Y salgo: son las once de la mañana, me alejo del shoping y me siento en la plaza las Heras, me compro un atado de tabaco de 10 con un encendedor y chicles. Mientras pasan las horas me quedo sentado en un banco y hago tiempo. Bachicha, un mal amigo, llega en calzones verdes y me roba los pensamientos y me pega. Digo la pucha, yo lo defiendo de sus enemigos y el me pega a mí. No sé por qué lo hace, pero él es así. Nos juntamos a las dos de la tarde en un bar para hacer la previa. Entramos y nos sentamos en una sala de cine. Empieza la peli y miro toda la película, que no me gustó. Me pareció un noticiero de la vida real conducido por Gaby, Fofó y Miliki. En el cine había vivos con caras de muñeco. Esos maniquíes de Once que visten con remeras de 100 pesos, calvos y obesoides, con rostros romboidales. Habia otro enanito pero con la voz de Iorio. Termina la película y mientras salimos de la sala nos despedimos y vuelvo a las Heras y Pueyrredón: hago combinación en la estación de Once con la línea H. Subo al tren de Miserere y al llegar a la estación Lima de la línea A ( de ahí vivo a dos cuadras) me bajo del subte mientras se escucha una voz fuerte y clara que dice: -¡Rescatate boluda que está el Guasón! jajajajajajaja. Me dio risa, una risa real no fingida como Joaquín Fenix, escuchar eso. Pero enseguida escuché diez tiros. O doce.


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